ANATOMÍA DE UNA CAÍDA de Justine Triet

Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute, 2023) es una película francesa, dirigida por Justine Triet (Francia, 1978) cuyo argumento se centra en la investigación y el juicio sobre la muerte de un hombre que ha caído desde una ventana de la casa en la que vive con su pareja y su hijo.

He tardado algo más de la cuenta en ver esta película. Sobre todo, porque ya desde su estreno en el Festival de Cannes, este film tenía ese aire, prestigio, premios y reconocimientos, que a priori la situaban como la gran película del año. La casi unanimidad de la crítica, la Palma de Oro en el Festival de Cannes, sus numerosas nominaciones en los Oscars, etc le hacían desprender un aroma que la emparentaba con films como Parásitos (2019). Fenómenos alejados del contexto hollywoodiense, que a base de calidad y cierta singularidad, conseguían tener una trascendencia global. Así, llevo meses de espera, incluso alargando de forma voluntaria, a la búsqueda de ese momento de íntimo placer, de pausa, de tranquilidad, para ver esa a priori, obra definitiva, cumbre, del 2023.

Tengo que empezar diciendo que la película de Triet (de la que solo había visto La batalla de Solferino de 2013) es sumamente interesante, llena de momentos de una intensidad muy poderosa y plagada de elementos que rehuyen del artificio cinematográfico más convencional. La historia es potente, el relato de los personajes resulta muy convincente, las situaciones están presentadas con un naturalismo notable y el juicio tiene algunos momentos de gran intensidad y emoción.

Nada que decir en contra de un film, con un tratamiento muy original como el que hace Triet, acompañada en el guion por Arthur Harari, de un tema que, a priori, ha sido muy desarrollado en el cine. Un crimen, un juicio, la familia involucrada, el esclarecimiento de unos hechos,… pero llevados un punto más allá y por senderos poco transitados.

Pero al mismo tiempo, también tengo que reconocer que aunque me ha gustado y me ha interesado mucho la película, no me ha deslumbrado. Se trata de un giro a las películas de juicios, que a mi me gustan mucho y que en la historia del cine nos han dado grandes momentos, que en este caso, con esa perspectiva novedosa y ese tratamiento original, que le ha querido otorgar naturalidad, cotidianidad e incluso cierta frialdad en algunos momentos, no me ha sobrecogido del todo. Aunque reconozco que sí llega a conseguirlo en ciertas ocasiones, como en lo que se refiere al relato de una relación de pareja con la que todo el mundo se puede reconocer en algún momento de su vida y con el poso de una historia, en la que como espectador, también dudas sobre lo que pudo pasar realmente, y que en cierta manera se representa en la mirada defectuosa del hijo, los múltiples detalles, la verosimilitud de los testimonios, la realidad o no de los recuerdos y finalmente, tomar partido por alguien.

Me encantan las recreaciones, la discusión central de la pareja, dejar en suspenso y a la libre interpretación del espectador lo que ocurre y la posición central del hijo. También la fría y algo ambigua actitud de la protagonista, encarnada por una siempre espléndida Sandra Hüller, el abogado, la inmediatez con la que se suceden los acontecimientos, la falta de transiciones por un lado y el tomarse tiempo en detalles y diálogos por otro, … Hay muchos elementos muy estimables.

Todo muy bien y muy interesante, deja poso. Una clásica película de juicios, pasada por el tamiz del cine de autor y que aunque no me conmueve del todo, no puedo dejar de reconocerla como una película más que notable y a al que aún retorno días después de haberla visto,

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