DR. NO de Percival Everett

La editorial De Conatus acaba de publicar en español el libro de Percival Everett (1957) Dr. No, publicado originalmente en 2022 en EEUU. Esta novela es una indisimulada sátira de las películas de James Bond, en el que el malo, un super villano malísimo con recursos ilimitados, requiere de los servicios de un matemático llamado Wala Kitu, experto en la nada, para sus planes de destrucción.

Tengo que agradecer a la editorial De Conatus muchas de sus apuestas, especialmente el haberme permitido descubrir la obra de Jon Fosse. Sin duda se trata de una de esas editoriales con criterio y siempre dispuesta a apostar por autores interesantes, no muy conocidos y que en el caso de Everett, ha editado en castellano varias de sus novelas.

No hace mucho que leí por primera vez a Percival Everett, fue su libro X (Erasure) de 2001 y la verdad es que me gustó bastante. Era un autor que tenía en mi radar y disfruté de esta primera lectura, original y muy audaz en forma y fondo. Pero ya siento decir que no ha sucedido lo mismo en esta segunda lectura.

No tengo muy claro lo que pretende Everett con Dr. No, o quizás sí y lo que pasa es que simplemente no le ha salido bien. Quiere parodiar las películas de supervillanos, bajo una perspectiva que desarrolla con audacia literaria y un fondo conceptual de cierto interés, que interpela al concepto de la “nada” y que podría desembocar en una obra original e hilarante. Pero si lo que pretendía era interesar y divertir, en mi caso lo primero no se ha producido y respecto a lo segundo, el libro apenas me ha provocado alguna que otra leve sonrisa.

Creo que partiendo de una idea interesante, el autor falla en la ejecución de una obra, que aunque se lee con ligereza, no apasiona ni interesa en ningún momento y que apenas llega a entretener lo suficiente para acabarla sin más y pasar a otra cosa. Los personajes son puro cliché, planos y maniqueos, las ideas brillantes carecen de desarrollo, las situaciones se repiten en exceso, en algunas ocasiones se atenta contra la lógica más elemental que debería conservar todo argumento y al final, todo parece verse reducido a una versión de Austin Powers con ínfulas, pero sin su gracia.

El autor, desaprovecha interesantes derivadas por las que podría deambular para ceñirse al permanente esperpento, en una sucesión de acciones que no llevan a ningún lado, cuya repetición satura y que más allá de su audacia argumental, no presentan ninguna originalidad desde el punto de vista de la ejecución literaria. 

Una pena, un resbalón en el camino, que en cualquier caso no va a provocar que deje de interesarme por la obra de Everett, ni por la labor editorial de De Conatus.

LA MESITA DEL COMEDOR de Caye Casas

Filmin acaba de estrenar en su plataforma La mesita del comedor, una película española de 2022 que cuenta.., bueno creo que es mejor no decir nada, solo diré que los protagonistas son una pareja que acaban de ser papás, su hijo y una mesa de comedor. 

Hay que joderse (ya lo siento pero no se me ocurre decirlo de otra manera) que me entere por Stephen King de que hay una peli española de la que yo no había oído hablar, que es la más negra que jamás ha visto. Es cierto que Stephen King es un clásico en vida de la literatura del terror, que a la vez está muy activo siempre en sus prescripciones de cine, series y libros. En principio, la buena consideración que pueda tener de él como escritor, no tiene que obligatoriamente trasladarse a la de sus gustos, pero resulta llamativo, que un modesto film español llegue a sus ojos y además lo ponga en tan alta consideración, por lo tanto, no voy a ser yo menos que Stephen King y si además Filmin me lo pone en bandeja, allá que vamos .

Una vez he terminado de ver la película (de hecho hago este artículo en caliente, nada más concluir su visionado) no puedo más que darle las gracias al Sr. King, pero sobre todo a los que la han realizado. El uno por dar la voz de alarma y los otros por hacerla. Enhorabuena, es una de las mejores cintas de terror, horror, o como queráis llamarlo, que he visto en mucho tiempo. 

Nos encontramos ante un film de una originalidad tan brillante como terrible en su historia, que empieza con humor, cierto tono costumbrista con situaciones reconocibles, enredos de pareja y algo de surrealismo, para a los veinte minutos, adentrarnos en las tinieblas más terribles a las que una persona se puede enfrentar, pero eso sí, con el mérito superlativo de hacerlo sin abandonar ninguno de los elementos anteriores. Hay giro, sí, pero la peli no entra en pausa, sino que avanza igualmente, pero ahora incorporando unas toneladas extras de tensión, hacia un in crescendo que eres incapaz de vislumbrar dónde puede acabar. Vamos, un auténtico prodigio, en el que la historia deambula por una cuerda floja de la que nunca resbala, que pasa por diferentes fases, pero que nunca abandona ni baja mínimamente esa tensión e interés que te hace pegarte a la pantalla, con una mueca de incredulidad, espanto y sorpresa, pero también mezclada con la risa y la hilaridad, que aunque quieras, no puedes evitar.

Enhorabuena a su director por esta pieza de cámara maestra del cine de terror, que ejecuta con apenas cuatro elementos espléndidamente llevados, que mantiene el tempo y la intensidad en cada minuto de su metraje, solventemente interpretada (sobre todo quisiera destacar a Estefanía de los Santos), brillante, efectiva y que puedo asegurar que es una de esas películas que no olvidaré y cuya historia te llevas para siempre. Todo un mérito dentro de este superpoblado género, el del terror, tan lleno de superficialidad, efectos y lugares comunes, en el que es complicado encontrar una propuesta tan original y auténtica como esta.

No se pierdan esta película, yo me lo he pasado muy bien, pasándolo muy mal. Un film que interpela directamente al espectador, que como el protagonista, tampoco es capaz de saber cómo salir de esta situación. No les quepa duda, que de ahora en adelante, cuando tenga una crisis en el trabajo, algún disgusto personal o una discusión de pareja, me acordaré del protagonista de la película, un bálsamo para relativizar todos los problemas que uno pueda tener en la vida.

LOS ALEMANES de Sergio del Molino

El escritor Sergio del Molino, acaba de publicar su última novela, Los Alemanes. La obra toma como referencia un hecho histórico no muy conocido, el de la llegada de un grupo de alemanes, en el contexto de la Primera Guerra Mundial a España provenientes de Camerún. A partir de aquí Del Molino traza un relato protagonizado por alguno de sus descendientes en el que entremezcla temas como la familia, la memoria, la muerte o la política.

He leído casi toda la obra de Del Molino, un autor que hace unos años encontró un tono y un estilo propio que ha recorrido con notables resultados y que en mi opinión ha alcanzado sus cotas más elevadas en La España vacía (2016) y La piel (2020). Así, afronto la lectura de este libro (que por cierto he antepuesto a la de Un tal González de 2022 que ahí tengo en mi estantería, esperándome y firmado por su autor).

Además, Del Molino es alguien que en mi caso me acompaña con asiduidad. La empatía y emoción que me provocó en lo personal La Mirada Violeta, añadida a su participación regular en radio, especialmente en La Cultureta, o sus artículos en El País, hace que sea alguien a quien en cierta forma sientes cercano, aunque en mi vida solo haya cruzado dos frases con él (por cierto muy amables) en una firma de libros.

Pero tengo que reconocer, que esta relación con el autor, ha menguado algo en los últimos tiempos. La Cultureta, esa parada obligatoria semanal que llevaba años escuchando, ha entrado en una dinámica con la que no término de empatizar y que me ha llevado a un abandono no total, pero sí selectivo. La Cultureta era un programa cultural que abordaba temas profundos e interesantes, con accesibilidad y cercanía, salpicado ocasionalmente por alguna anécdota privada y algún que otro chascarrillo. Pero ahora se ha convertido en un programa de chascarrillos y bromas privadas, ocasionalmente salpicado por alguna cuestión cultural de cierta hondura …Pero eso es otra cuestión, aquí he venido a hablar de Los Alemanes, que en mi opinión marca un punto de inflexión literario en la carrera de su autor.

Los protagonistas de la obra son Eva y Fede, dos hermanos que acaban de enterrar a un tercero, el mayor Gabi, descendientes de estos alemanes llegados a Zaragoza durante la Primera Guerra Mundial y que encaran un momento vital, en el que sus vidas se ven sacudidas por un pasado familiar del que son ajenos, pero que se revuelve contra ellos en una situación de vulnerabilidad personal y profesional de la que hay difícil salida. Una historia contada con un buen tempo narrativo y que tiene además la virtud de ir de menos a más, incorporando poco a poco piezas que completan un caleidoscopio de lo que somos desde el punto de vista social, político o personal y que como no puede ser de otra manera, deja algunas puertas abiertas en su resolución….como la vida misma.

Entiendo que Del Molino no ha podido evitar anclar el planteamiento o concepción de su novela, en un hecho histórico poco conocido, casi marginal, aunque muy curioso para trazar su relato. Este anclaje es el que rodea su obra, en la que siempre hay un asidero personal, mezcla de memoria, experiencias, historia y peripecia individual, que el autor aprovecha para hacer un recorrido por cuestiones que le interesan y donde él mismo se erige en actor principal.

Pero en este caso, la historia respira de otra forma. Da la impresión de que Del Molino ha entrado en esa cosa tan indeterminada y compleja como es “la madurez”. El autor ha concebido una obra robusta, llena de nervio y con momentos de gran hondura, que parece separarse de la propia personalidad individual del autor, para volar sola con la fuerza de una trama y unos personajes liberados de su padre, de su creador literario, que no pierde su voz, pero que sí que se distancia articulando la creación desde fuera. Un escritor que se aleja de la autoficción y sus meandros para adentrarse en la gran novela.

Del Molino parece entrar en el clasicismo a través de una obra que conjuga las relaciones entre hermanos, los demonios familiares, el recuerdo y que entremezcla con la convulsa vida política, la especulación económica y un punto de thriller, que aderezado con el elemento nazi (esa sal, ese condimento, que refuerza todo artefacto literario sea del tipo que sea) le han llevado a crear una obra madura y profunda, pero adictiva en su trama y con un buen andamiaje en sus fundamentos. En resumen una gran novela.

Sospecho que Del Molino no ansía convertirse en Muñoz Molina, y posiblemente menos aún en Javier Marías, a los que no tengo dudas que respetará aunque quizás desde la distancia. Pero alguno de los pasajes de esta obra, creo que serían aprobados por ambos autores (desde tierra y el cielo) por esa aparente densidad y hondura que lleva a la historia por meandros no del todo evidentes, para al final recalar en las grandes cuestiones universales, que muchas veces son las pequeñas miserias que todos llevamos dentro, nuestros anhelos y nuestros fracasos. De ahí que le diga, D.Sergio, que ese asidero historiográfico de alemanes en Zaragoza, no era necesario. Su historia vuela sola y es solo suya y de sus personajes, no fruto de circunstancias ni hechos reales, sino fruto del poso vital de los años vividos y que quizás sean el primer paso para transitar ese camino que le lleve a esa madurez incontestable, la del escritor reconocido.

CIVIL WAR de Alex Garland

El director y guionista británico Alex Garland (1970), acaba de estrenar su última película, Civil War. Un film que nos sumerge en una guerra civil dentro de EEUU en un contexto contemporáneo o de futuro muy cercano, en el que un grupo de periodistas y fotógrafos atraviesan parte del país, en dirección a Washington, para entrevistar al Presidente en la Casa Blanca, antes de que lleguen allí las tropas rebeldes.

Me interesa mucho el trabajo de Alex Garland como director, especialmente su debut en Ex Machina (2014) y también en la miniserie Devs (2020). En ambas, en las que también, al igual que en Civil War, firma el guión, Garland nos adentra en el contexto de un futuro cercano, todavía reconocible, pero algo misterioso y amenazante. 

Pero lo que en sus anteriores trabajos nos adentraba por los senderos de la ciencia ficción reflexiva con tintes filosóficos, en esta ocasión toma la vía social y política, en un EEUU en plena guerra civil. No conocemos los bandos, ni las motivaciones de cada uno, no sabemos si hay buenos ni malos, tampoco está clara cuál es la situación real de esa guerra. La historia nos sumerge de inmediato en un conflicto, al que vamos a asistir desde el punto de vista de un pequeño grupo de periodistas (entre los que resalta la interpretación de Kirsten Dunst), que recorren el país en busca de la mayor exclusiva de la historia.

Este es el eje central de la película, la que nos muestra un viaje al interior de la guerra, en un país en parte reconocible, pero sumido en el caos, la violencia y el terror, que genera todo conflicto y donde conviven múltiples realidades, contrastes, crueldad, irracionalidad y desorden y que me recuerda en su tratamiento y fondo a la novela El corazón de las tinieblas (1899) de Joseph Conrad y a la célebre adaptación, encuadrada en la guerra de Vietnam, que realizó Coppola en Apocalypse Now (1979)

La sinrazón en un viaje a las tinieblas y a los infiernos, que Alex Garland nos muestra con su acostumbrada soberbia factura visual y con un uso de la música y el sonido (a veces algo discutibles) francamente llamativos. Asistimos a un viaje donde se suceden episodios con desigual interés, ya que no todo funciona de la misma manera en la película. Hay cierta irregularidad en su desarrollo y no todas las situaciones a las que se enfrentan los protagonistas resultan cinematográficamente satisfactorias, ni mantienen el mismo nivel de tensión. Aunque eso sí, todos están unidos por un punto de locura e inquietud que sobrevuela toda la historia. 

Lo que sí creo que sin embargo no puede suscitar discusión alguna, es la media hora final de la película. Me parece absolutamente portentosa toda la secuencia ubicada en la Casa Blanca. El impacto que produce en el espectador un lugar común e icónico para todos como es este, el atrincheramiento, la crueldad, la resistencia final y esos últimos instantes a la espera del único desenlace posible, me parecen uno de los momentos mejor rodados en los últimos años en la gran pantalla y que justifican, por sí solo, el visionado de esta película.

Original, impactante, audaz técnicamente y solventemente interpretada, estamos ante un film desconcertante y terrible, que aunque muestra alguna laguna en su relato y a veces una afectación excesiva en su estilo, sin duda, va a ser una de las grandes películas de 2024. 

PÚA de Lorenzo Silva

Púa (2023) es la última novela de Lorenzo Silva, en la que nos cuenta la historia de su protagonista, narrada por él mismo, en dos tiempos. El presente en el que un viejo amigo a punto de morir le pide un favor y el pasado, con el que se reencuentra, como miembro de la guerra sucia del Estado contra una organización terrorista.

Es a partir de aquí, y como suelo hacer en todos mis artículos, donde una vez situado al lector con los datos fundamentales de la obra a tratar, me tendría que embarcar en su análisis y crítica. Pero esta vez va a ser algo diferente. Voy a detenerme un momento en su autor, en Lorenzo Silva, y no solo en sus virtudes literarias, sino  también para saldar una pequeña deuda personal.

La historia comienza a finales de 2021,… aunque antes de nada advertirles que deben darme algo de tiempo, ya verán como todo tiene su porqué, como en el libro de  Púa. Además de escribir en este blog y en alguna otra web, fundamentalmente sobre cine y literatura, también alterno esta actividad recreativa con la creación literaria. Algo íntimo, sin trascendencia y que tan solo en dos o tres ocasiones me ha llevado a presentar alguna de mis obritas a algún concurso. Eso hice con uno que convoca anualmente una localidad toledana vinculada a D.Miguel de Cervantes

Por esas cosas que pasan, gané ese concurso, cuya entrega de premios coincidía con el pregón de unas fiestas cervantinas, que en esa ocasión estaba a cargo de Lorenzo Silva. Como parte del acto, un actor leyó mi relato (y yo diría que con su entonación también lo mejoró) hubo una breve intervención de la alcaldesa y por supuesto el discurso de Lorenzo Silva, que para mi sorpresa, al terminar el acto, se dirigió a mí para felicitarme por el relato, en un gesto de educación y generosidad por su parte. Pero fue más lejos, debió de estar atento y concentrado en la escucha del mismo, puesto que halagó su tono y originalidad y puso un especial énfasis en el final del relato donde un personaje daba las gracias a su mujer. D.Lorenzo me comentó que no era nada habitual, que en literatura y en la vida ya no había agradecimientos tan sentidos como el que yo había escrito.

Después de esto estuvimos charlando sobre los inicios de su carrera literaria y  algunas de sus primeras obras. Fue generoso conmigo, era noche cerrada, hacía frío en la plaza del pueblo y ahí estaba el hombre respondiendo (quizás aguantando) algunas de mis observaciones y compartiendo reflexiones. Pero por dentro no me sentía del todo bien. Su generosidad no era correspondida por mi parte. Conocía de sobra al escritor, le había leído en artículos y en entrevistas, estaba al tanto de su carrera literaria y los nombres de muchos de sus libros, sus temas, su actividad como responsable de festivales literarios, su labor de jurado en muchos premios…, pero no había leído ninguno de sus libros.

Como lector empedernido, era aún más dolorosa una falta, a la que además se sumaba ese contacto personal tan generoso. Consideré que la mejor forma de agradecer su gesto conmigo y limpiar mi mala conciencia, era empezar a leer su obra de inmediato. Me inicié con el libro del que más me había hablado en este encuentro La flaqueza del bolchevique (1997) sobre el que me comentó (perdone la indiscreción D.Lorenzo) que fue el que había cambiado su carrera literaria y continué con su serie de Bevilacqua y Chamorro (ya he leído los 6 primeros) y por supuesto me lancé con el libro que acababa de publicar en esas fechas, que era Castellano. Afortunadamente, puedo decir que me gustaron todas sus obras (podría no haber sido así, nunca se sabe). Bien escritas y estructuradas, hay mucho oficio en sus novelas. Precisas, contienen un elemento autóctono y social que a veces trasciende el propio artefacto literario, siendo capaces de trazar también la crónica de una época. 

Dos años y medio después, la casualidad quiso que el autor acudiese a la localidad madrileña donde resido, para presentar Púa (por cierto una presentación magistral, que fue más allá de lo literario) Tras el acto, guardé cola para que me firmara el libro y le comenté brevemente mi anterior encuentro con él hacía ya años. Yo creo que era casi imposible que se acordara, pero aún así, alabó mi obrita, aunque esta vez sin entrar en detalles, claro está, me manifestó su alegría por volver a verme y se excusó por no recordar mi nombre

Así, D.Lorenzo, que me alabó el uso del agradecimiento en mi relato cuando lo escuchó, lo que quiero hacer precisamente es eso, darle las gracias. Primero por su generosidad en nuestro primer encuentro, segundo porque aunque no era posible que me recordara, en este último, actuó con elegancia y cercanía y me hizo sentir lo contrario y tercero, y aquí empieza mi crítica literaria, por escribir Púa.

No me voy a detener mucho en hablar sobre la trama de este libro, ya que creo que merece la pena que no demos muchas pistas, así que me adentraré en el análisis más propiamente literario. Percibo en esta obra una trascendencia algo superior y una madurez de gran escritor que supera en tono y estilo a muchas de sus obras anteriores. Creo que podría considerarse a Púa como una de las novelas más ambiciosas de su autor. Magistral a la hora de mantener el ritmo y tensión narrativa, compleja por el intercalado de tiempos y espacios y difícil de articular por una narración en primera persona  que si no se hace bien, puede acabar agotando al lector.

Una voz, la del protagonista, que funda sus actos en un fin superior, sin banalizar ni idealizar los mismos. Aquí, se nos traza el relato descarnado de una vida que en cierta forma se articula también como la historia de una redención, de cómo saldar cuentas con el pasado y con uno mismo. Un viaje al alma de un ejecutor, un sicario del bien, en un contexto abierto a todo tipo de debates, como es el de la guerra sucia contra una organización terrorista, en una trama en la que cabe la acción, la emoción y un fondo de tensión permanente que el autor trabaja con esmero y rigor.

Sin duda, una lectura de envergadura que creo que puede convencer a todo tipo de lectores y que destaca sobre la superpoblada producción literaria relacionada con el thriller o la novela negra.

Enhorabuena D.Lorenzo y de nuevo, gracias.

FALLEN LEAVES de Aki Kaurismäki

Este pasado 2023, se estrenó la última película del director finlandés Aki Kaurismäki Fallen Leaves (Kuolleet Lehdet) que nos cuenta la historia del encuentro de un hombre y una mujer y el recorrido que les lleva a intentar establecer una relación.

Aki Kaurismäki, es uno de esos autores singulares del cine europeo, que lleva más de 40 años haciendo películas, casi siempre en su Finlandia natal, con un estilo propio e irreductible y que concita un amplio consenso en la cinefilia más sesuda. Yo empezaré por reconocer que, sin ser un gran seguidor de su cine, lo respeto mucho. He visto bastantes de sus películas y siempre me han interesado. Hay que reconocer que el cineasta tiene un estilo particular, que recorre toda su filmografía, sin apenas concesiones, muy marcado en muchas de sus constantes y siempre fiel a su mirada. El cine de este director es único y por tanto muy reconocible.

Fallen Leaves, que podríamos traducir como “Hojas caídas”, es un film que, como no puede ser de otra manera, contiene todos los elementos del cine de Kaurismäki. El estatismo, los escenarios desangelados, quietud, pocas palabras, la soledad, el minimalismo, la música, el cáustico sentido del humor,….. pero sobre todo, destila una profunda humanidad, una honda tristeza de fondo y un humanismo que se articula con la esperanza y las expectativas personales.

En esta ocasión, todos estos elementos confluyen para contar una historia de amor de las de toda la vida ¿O no? Porque todo lo que hace Kaurismaki, aunque se sustente sobre temas universales, acaba siendo singular, diferente, en un film que en en mi opinión, es uno de los más brillantes de su filmografía.

Se trata de una historia de perdedores al borde de la desilusión existencial absoluta, en una especie de encrucijada de no retorno, que de repente, sin esperarlo, se encuentran. No es fácil para ellos, como no lo son sus vidas, han perdido su trabajo, son personas solitarias y posiblemente nunca hayan compartido sus sentimientos con nadie. Pero hay una esperanza, unas ganas de redención, una ilusión por vivir, en la que Kaurismäki funde sus actos con el artificio y donde su vida, los miedos eternos, se alternan con la cinefilia de un autor que introduce otras películas como un elemento vertebrador y que en varios momentos de su desarrollo reconocemos en referencias a obras, como por ejemplo, Tú y yo o al mismo Chaplin

Es cierto que hay que entrar en este universo del director. El hieratismo de los personajes, sus diálogos entre artificiales o directamente inexistentes, la ausencia de prácticamente ninguna respuesta emocional espontánea y un sentido del humor brillante, pero seco y absurdo, extemporáneo al contexto en que se produce. Todo esto, entiendo que pueda crear confusión y a veces ansiedad en un espectador, que parece que ve autómatas en vez de actores, monólogos en vez de diálogos y siempre sumergido en un contexto de frialdad y desamparo desasosegante. Pero si entramos en su juego,  descubriremos un fondo de humanismo, bondad, redención y segundas oportunidades que resulta conmovedor.

Economía de gestos, medios, palabras e incluso tiempo (la película apenas dura 80 minutos) para desde la esencia desnuda, abordar la universalidad de temas como el alcoholismo, la derrota, la precariedad económica o el amor y conseguir transmitir, desde la frialdad del témpano de hielo en que el director envuelve sus películas, un sentimiento de emoción y cercanía con el espectador.

Sin duda, uno de los films más estimulantes e interesantes de los últimos tiempos. 

UNA VIDA DE TRES PERROS de Abigail Thomas

Una vida de tres perros (A Three Dog Life) es una libro de Abigail Thomas (Boston, 1941) de 2006 y publicado en español por Errata Naturae en 2023, en la que la escritora nos cuenta su experiencia vital tras el accidente que sufrió su pareja y cuyas secuelas le condenaron a vivir en una residencia.

Es la primera obra de esta autora publicada en español. Una mujer que empezó tardíamente a escribir, con casi 50 años y que ha conseguido sus mayores reconocimientos con este libro, donde la protagonista es ella misma y su búsqueda de una nueva vida y la felicidad, a pesar de lo ocurrido. El libro tiene una tesis interesante, incluso algo rompedora, la idea de que el accidente de tu ser querido y una secuelas que impidan que pueda valerse, no suponga que debas enterrarte con él en vida, sino encontrar un equilibrio entre su ausencia-presencia y continuar viviendo en plenitud, compatibilizando esta situación.

Sin embargo, en lo que a mi análisis literario se refiere, diré que su lectura me ha dejado algo frío. Es un libro de memorias, interesante en su planteamiento, pero algo insulso en su desarrollo. Partiendo, como hemos dicho, de un acontecimiento interesante y traumático, en el que tu pareja tiene un accidente, con graves secuelas, no puedes vivir con él, la vida sigue, debes autojustificarte, de fondo puede asomar la mala conciencia, etc…, a partir de ahí, el desarrollo lo encuentro endeble, poco robusto.

Falta emoción en un relato algo repetitivo, donde se reincide hasta la saciedad en el papel de los perros en la historia (aquí mi escasa sensibilidad animal quizás sea la que me aleje de la empatía perruna), las visitas al hospital están contadas casi a modo de inventario, hay una amplia sucesión de rutinas domésticas (no me fascinan las enumeraciones de los  alimentos que contiene un frigorífico), ….nada me atrae en exceso. También, el que la autora cuente una historia tan personal, pero al mismo tiempo parezca dejar fuera tantos elementos de ella misma, como por ejemplo el propio hecho de que es escritora, el inexistente rol de sus hijos, la relación con otras personas,….todas estas piezas o no existen o se tornan apenas episódicos, dando relevancia exclusiva a su ensimismamiento. Creo que todo ello, acaba dotando de cierta frialdad a una obra, que de tanto pretender no dramatizar, quizás se pasa, no provocando en mi opinión, una empatía con el personajes y sus circunstancias ni ningún sentimiento verdaderamente profundo

Así, el relato se sumerge en cotidianidades, repeticiones de recuerdos, perros, visitas y un punto a lo Oliver Sacks en todo lo referente a las consecuencias de un accidente en el cerebro y las conductas que provoca, dónde situamos también el postrero y sobrevenido interés de la protagonista, por los dibujos que crean estos enfermos (insisto, todo muy Oliver Sacks).

No veo altos ni bajos, no veo emoción, no hay drama (que debería, ya que no deja de ser una tragedia la que marca toda la historia) y la comedia, que como en la vida también debe estar presente en cualquier situación, no me genera apenas sonrisa, ni complicidad alguna. Así, al final, ninguno de estos caminos por los que deambula el libro, me transmiten ningún sentimiento profundo.

Quizás el problema lo tenga yo. He compartido lectura con otras personas, cuyas opiniones estimo, a las que el libro les ha gustado mucho. Pero en mi caso, ni su tono, ni su desarrollo, ni lo que cuenta, llega a interesarme demasiado, ni mucho menos a estremecerme. Puede que sea mi agotamiento y saturación por la autoficción y todos sus aledaños, lo que me aleja de historias como esta.

De todas maneras, ya que no me ha enganchado por lo literario, al menos sí felicitar a Abigail Thomas, en lo personal, por haber encontrado una cierta confortabilidad en su vida después de algo tan terrible. Parece razonablemente asentada, tranquila,… y yo de eso, me alegro. Todos tenemos derecho a buscar la felicidad y nada puedo reprochar a su discurso vital..

ANATOMÍA DE UNA CAÍDA de Justine Triet

Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute, 2023) es una película francesa, dirigida por Justine Triet (Francia, 1978) cuyo argumento se centra en la investigación y el juicio sobre la muerte de un hombre que ha caído desde una ventana de la casa en la que vive con su pareja y su hijo.

He tardado algo más de la cuenta en ver esta película. Sobre todo, porque ya desde su estreno en el Festival de Cannes, este film tenía ese aire, prestigio, premios y reconocimientos, que a priori la situaban como la gran película del año. La casi unanimidad de la crítica, la Palma de Oro en el Festival de Cannes, sus numerosas nominaciones en los Oscars, etc le hacían desprender un aroma que la emparentaba con films como Parásitos (2019). Fenómenos alejados del contexto hollywoodiense, que a base de calidad y cierta singularidad, conseguían tener una trascendencia global. Así, llevo meses de espera, incluso alargando de forma voluntaria, a la búsqueda de ese momento de íntimo placer, de pausa, de tranquilidad, para ver esa a priori, obra definitiva, cumbre, del 2023.

Tengo que empezar diciendo que la película de Triet (de la que solo había visto La batalla de Solferino de 2013) es sumamente interesante, llena de momentos de una intensidad muy poderosa y plagada de elementos que rehuyen del artificio cinematográfico más convencional. La historia es potente, el relato de los personajes resulta muy convincente, las situaciones están presentadas con un naturalismo notable y el juicio tiene algunos momentos de gran intensidad y emoción.

Nada que decir en contra de un film, con un tratamiento muy original como el que hace Triet, acompañada en el guion por Arthur Harari, de un tema que, a priori, ha sido muy desarrollado en el cine. Un crimen, un juicio, la familia involucrada, el esclarecimiento de unos hechos,… pero llevados un punto más allá y por senderos poco transitados.

Pero al mismo tiempo, también tengo que reconocer que aunque me ha gustado y me ha interesado mucho la película, no me ha deslumbrado. Se trata de un giro a las películas de juicios, que a mi me gustan mucho y que en la historia del cine nos han dado grandes momentos, que en este caso, con esa perspectiva novedosa y ese tratamiento original, que le ha querido otorgar naturalidad, cotidianidad e incluso cierta frialdad en algunos momentos, no me ha sobrecogido del todo. Aunque reconozco que sí llega a conseguirlo en ciertas ocasiones, como en lo que se refiere al relato de una relación de pareja con la que todo el mundo se puede reconocer en algún momento de su vida y con el poso de una historia, en la que como espectador, también dudas sobre lo que pudo pasar realmente, y que en cierta manera se representa en la mirada defectuosa del hijo, los múltiples detalles, la verosimilitud de los testimonios, la realidad o no de los recuerdos y finalmente, tomar partido por alguien.

Me encantan las recreaciones, la discusión central de la pareja, dejar en suspenso y a la libre interpretación del espectador lo que ocurre y la posición central del hijo. También la fría y algo ambigua actitud de la protagonista, encarnada por una siempre espléndida Sandra Hüller, el abogado, la inmediatez con la que se suceden los acontecimientos, la falta de transiciones por un lado y el tomarse tiempo en detalles y diálogos por otro, … Hay muchos elementos muy estimables.

Todo muy bien y muy interesante, deja poso. Una clásica película de juicios, pasada por el tamiz del cine de autor y que aunque no me conmueve del todo, no puedo dejar de reconocerla como una película más que notable y a al que aún retorno días después de haberla visto,

UNA LECTORA NADA COMÚN de Alan Bennett

Una lectora nada común (The Uncommon Reader, 2007) publicada en español en 2008 por la Editorial Anagrama, es una novela, del dramaturgo, guionista, novelista y actor ocasional Alan Bennett (Leeds, 1934). Este libro, nos cuenta la inesperada y sobrevenida afición de la Reina de Inglaterra por la lectura, lo que la transforma y también la hace diferente a ojos del resto.

Es la primera obra que leo de Alan Bennett, al que hasta ahora solo conocía por alguna adaptación de sus libros al cine. La verdad es que el tema, el planteamiento de la novela, es interesante, atractivo e incluso algo transgresor, pero presenta, en mi opinión, tanto puntos fuertes como débiles.

Como ya he dicho, es un argumento curioso y está tratado con ironía, ligereza y otorgando a la lectura un punto de sospecha para el resto, sobre el que lo practica en exceso. Y esto, claro está, se acentúa cuando recae, nada más y nada menos, que sobre la reina de Inglaterra, cuyo afán lector podría dotarla de una singularidad de criterio que posiblemente no sea del todo conveniente.

“Los libros no se sometían. Todos los lectores son iguales y esto le remontaba a los comienzos de su vida”

Por otro lado, también tengo la impresión que sobre la base de esta interesante idea, se ha fraguado una novela corta, que quizás podría haber dado mejor medida en un relato o un cuento (posiblemente al estilo de Gay Talese). Creo que fuerza algo el desarrollo de esta buena idea, que se acaba estirando en exceso y perdiendo algo de frescura. También encuentro que su prosa no es del todo fluida, más aún para el tono desenfadado de una historia que se mueve entre la sátira y la fabulación. No pretendo pedirle a Bennett la brillantez de la prosa de McEwan, Ishiguro o Barnes, pero al menos sí que se aproxime a la de David Lodge.

En cualquier caso, hay aciertos en algunas de sus ideas. Hay muchos guiños al lector, lo cual es inteligente, puesto que todo el que lee este libro, en mayor o menor medida lo es. No deja de ser esta una obra que se dirige con gracia e ironía a las obsesiones que a veces brotan en la gente que leemos y también el recelo, que puede suscitar en el resto una actitud tan ensimismada y a veces maniática, como es la de la lectura compulsiva. Aparte, también trata de recrear con gracia situaciones domésticas del día a día de la reina. Unas familiaridades a las que nos ha acercado la serie The Crown, aunque este libro es anterior a la misma. 

“Leer es retraerse. No estar disponible. Sería más fácil de asimilar si fuera una actividad menos… egoísta”

En resumen, un cuento alargado, interesante a veces, de lectura correosa otras, con un fondo amable e inteligente. Una lectura rápida, … sin más.

VIDAS PASADAS de Celine Song

Recientemente se ha estrenado en plataformas una de las grandes sensaciones cinematográficas de la temporada 2023. Se trata de la película Vidas Pasadas (Past Lives) de la directora debutante Celine Song (que también escribe el guion) que nos cuenta la historia de dos amigos de la infancia criados en Corea del Sur, separados a los 10 años y de la historia de su reencuentro muchos años después.

No me dilato en emitir mi veredicto, afirmando que estamos ante una película preciosa. Se trata de una historia de amor cargada de sensibilidad, que contiene alguno de los momentos más bellos y emocionantes que he visto en cine en los últimos tiempos. Se nos retrata el encuentro de dos personas (muy bien interpretadas por Greta Lee y Yoo Teo) que en su infancia generaron entre ellos un vínculo enorme y que en cierta manera, con vidas muy distanciadas y una cultura, expectativa y momento vital muy diferentes por los senderos que ha tomado cada uno, vuelven a contactar y reencontrarse.

La directora acierta empleando un tono reposado, a veces contemplativo, abrigado por una música envolvente y muy original, que aúna los sentimientos universales y eternos, en un contexto de amor posmoderno. Así, se nos retratan cuestiones como el recuerdo, el compromiso, las diferencias culturales y de carácter, la comprensión y algunos sentimientos  que perduran, pero que la vida ha decidido que no hayan arraigado entre los protagonistas de forma material.

Se retrata a todos los personajes con mucha sensibilidad, empatizando con cada uno, comprendiendo y entendiendo sus comportamientos y creando en el espectador una mezcla de empatía y expectación por ver cómo reaccionan en cada situación. Ya que como he dicho, el film nos salpica con algunos momentos de tal intensidad que nos ponen al borde de la emoción. Su reencuentro físico, cuando se conocen marido y amigo, la despedida entre ambos, … creo que son secuencias que mezclan autenticidad y hondura de una forma tal, que cuesta no estremecerse ante cada una de ellas. Pura verdad, pura sutileza.

Una película magnífica, una historia de amor de las que ya apenas se hacen. Modesta, delicada, su apuesta son los pequeños detalles, los gestos más mínimos, con una mezcla de comprensión y tristeza que nos envuelven durante su visionado. Una gran historia, que parece recolectar los mejores frutos de Lost in traslation y Los Puentes de Madison, en el contexto de las relaciones en los tiempos actuales, pero con la esencia y la profundidad de sentimientos indelebles y eternos.

Una gran película, poco probable y alejada del contexto pirotécnico y superficial del cine contemporáneo, que nos conecta con emociones llenas de verdad. No se la pierdan.